viernes, 28 de agosto de 2015

Comienza nuestra caída

  • Cientos de miles de personas buscan entrar en la UE huyendo de la guerra y la pobreza
Un grupo de refugiados se dirige hacia el límite de Grecia con Macedonia
eldiario.es

Por desgracia, este país ha conocido lo que es una guerra civil pero, sin embargo, todo parece indicar que ya lo ha olvidado. En el otro extremo del Mediterráneo, en Siria, más de 190.000 personas han muerto en su conflicto interno, según Amnistía Internacional. El país está dividido entre los territorios controlados por el gobierno del dictador Bashar al-Asad, por la Coalición Nacional Siria —los rebeldes—, por los kurdos y por el Estado Islámico. Según Unicef, en este país viven 5,6 millones de niños en una pobreza extrema. Los ciudadanos sirios —médicos, arquitectos, ingenieros…— que se deciden a abandonar sus hogares, su tierra, en busca de un futuro mejor fijan su mirada en la rica Europa. La Europa que han visto en la televisión y sobre la que han leído en los periódicos. ¿Cómo no hacerlo? ¿Cómo no dar el salto cuando tu casa está en peligro de ser bombardeada o puedes ser decapitado en la plaza pública por unos salvajes?

Estas personas tienen que dejarse todos sus ahorros en un viaje con mil y un obstáculos por superar. Primero, un barco les debe llevar a Grecia. Barcos saturados en los que no todos los pasajeros sobreviven y que corren el riesgo de naufragar. Embarcaciones a las que un occidental no subiría. Después de Grecia, la siguiente parada es Macedonia, que tras emplear gases lacrimógenos en su intento por contener a la marea humana, abrió su frontera el pasado sábado. Para atravesar esta segunda escala la opción más habitual es el tren. A la estación de Gevgelia, ciudad fronteriza, llegan cada día unos 2.000 inmigrantes. Cinco trenes diarios parten desde aquí hasta la frontera con Serbia y, por supuesto, no son suficientes. Los inmigrantes esperan varios días, según ABC, hasta que consiguen acceder a uno de los masificados vagones, ya sea por las puertas o por las ventanas.

Una mujer en silla de ruedas junto a su casa, dañada por un ataque aéreo del gobierno, cerca de Homs, el 26 de agosto de 2012
cnnespanol.cnn.com
Tras atravesar Serbia —7.000 inmigrantes realizaron este trayecto sólo el pasado lunes, según AP— estos refugiados encuentran ante sus ojos la última frontera: Hungría. Y es la última porque aquí comienza el Espacio Schengen, es decir, la unión de países de la UE en la que hay una libertad de circulación total. Ya no habrá más barreras.

Pero la entrada a Hungría no es sencilla. Una alambrada de concertinas, de alambre de cuchillas —las mismas que coronan las vallas de Melilla y Ceuta en sus fronteras con Marruecos—, cubre toda la frontera. Además, patrullas de la policía húngara recorren el territorio constantemente, como han podido constatar las imágenes grabadas por laSexta y por otros muchos medios de comunicación de todo el mundo. Las madres pasan a sus bebés por debajo de los cuchillos, luego se arrastran por el suelo y, después, comienzan a correr por los campos para ocultarse. Si la policía les identifica, les será muy difícil obtener asilo en Alemania, Suecia u otros países ricos de la UE en los que han depositado todas sus esperanzas.
Inmigrantes esperan en la estación de tren de Gevgelija, Macedonia
EFE

Tras la espectacular odisea, algunos llegan. Algunos llegan hasta Alemania. Allí el gobierno les aloja en albergues mientras tramita sus peticiones de asilo. Y entonces los ultras alemanes, los neonazis, queman estos edificios y les agreden. Todo ese viaje, para revivir el miedo y el dolor del que tanto les ha costado escapar.

Las otras rutas de la esperanza
Este es el trayecto que está recibiendo más atención debido al drama que se está viviendo en la zona. Pero no es el único. Habitualmente llegan a Italia barcos con cientos de inmigrantes desde Libia. Barcos sin piloto, a la deriva. Sin sistemas de seguridad. Barcos a merced de enfrentamientos a bordo y de los feroces ataques del mar. El pasado 30 de mayo la Guardia Costiera rescató a más de 4.000 inmigrantes que navegaban por el Mediterráneo. 4.243, para ser exactos. En un día. 

Mientras tanto, entre 2.000 y 3.000 personas viven en un antiguo vertedero de Calais, Francia, esperando para poder atravesar el Eurotúnel y alcanzar el Reino Unido, según infobae.com. La policía de Kent informa de que 900 personas cruzan el famoso paso subterráneo todos los meses camuflados en los camiones. 

Y, por supuesto, no debemos olvidar nuestra propia frontera. Salvados recogió en uno de sus programas cómo los inmigrantes intentan saltar la famosa valla de Ceuta para alcanzar nuestro país. Cuando quedan atrapados a seis metros de altura, sin posibilidad de caer sin romperse un hueso, la Guardia Civil aguarda. Espera y les mantiene controlados en esa trampa. Al tiempo, llega la policía marroquí y arroja palos y piedras o zarandea la valla hasta que los inmigrantes caen en el lado correcto, el lado que no es el nuestro, el lado que no es Europa y que no tenemos que ver. Si, por una concatenación de sucesos azarosos, un inmigrante consigue saltar la valla, los cuerpos de seguridad le conducen atenta y educadamente de vuelta al otro lado abriendo una puerta. Así lo demuestran las imágenes de la ONG Prodein.
Inmigrantes encaramados a la valla de Melilla mientras se juega al golf
Luís Valtueña

La Unión Europea afronta una de las mayores crisis de su historia, sino la mayor de todas. Esta situación es un drama sin precedentes que no puede ser ignorado. ¿Cuál es la solución que nuestros inteligentes y cultos dirigentes del primer mundo están aplicando? ¿Cómo se está aprovechando nuestra ingente cantidad de recursos para salvar a esas personas que huyen de las bombas, las armas químicas, los combates, las ejecuciones, el odio, el desierto y el mar? En Francia y el Reino Unido, se ha acordado construir una valla —otra— en la entrada del Eurotúnel. En Hungría, se estudia la posibilidad de desplegar al ejército y el gobierno ha anunciado que levantará un muro de cuatro metros en toda su frontera con Serbia, según republica.com. España ha regularizado las devoluciones en caliente, prohibidas por la legislación internacional.

Cientos de miles de personas con terribles historias a sus espaldas se acercan a pedirnos ayuda y nosotros levantamos muros. ¡Levantamos muros! ¿Cómo nuestro continente ha podido llegar a esta situación? ¿De verdad eso es lo único que se nos ocurre? ¿Y si fuéramos nosotros los que pidiéramos asilo? ¿Y si fuera en nuestro país donde caen las bombas? ¿Cuántas personas emigraron desde Reino Unido o Italia a Estados Unidos? ¿Cuántos españoles se marcharon a Suiza o a Alemania para buscar un sustento para su familia?

Somos incapaces de resolver la crisis económica. Somos incapaces de resolver la crisis política. Estamos siendo incapaces de resolver la crisis migratoria. Todas las civilizaciones comienzan un periodo de decadencia tras una época de esplendor. ¿Habrá llegado nuestro momento? 

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