viernes, 4 de septiembre de 2015

Los 5.000 euros de la vergüenza

  • Un padre ofrece 5.000 euros para que contraten a su hijo
Heraldo de Aragón

“Al final tendremos que pagar por trabajar”. Yo he oído esa frase más de una vez. Usted ha oído esa frase más de una vez. Como de costumbre, la realidad acaba superando a la ficción. Porque, al final, hasta a la ficción más cruda y dura le colocamos un adorno de esperanza; de la misma esperanza que, esperamos, se nos acabe aplicando a nosotros mismos. Pero la realidad no hace eso, no coloca nada. La realidad es como es y punto. Si te gusta, bien, y si no, también. 

Y afrontando la realidad es como un abogado jubilado, natural de Huesca pero afincado en Madrid, publicó un anuncio clasificado en el periódico Heraldo de Aragón ofreciendo 5.000 euros a la empresa que contratase a su hijo en paro. Pagar por trabajar. Literalmente.

¿Hasta qué extremo vamos a llegar? ¿No hemos recibido suficiente aviso con los 333.107 despedidos durante el día 31 de agosto? ¿Este es el precio que hay que pagar para que nuestra economía crezca al 3,3%, según la previsión del Gobierno? ¿De qué le sirve a este pensionista que tiene que pagar para conseguirle un trabajo a su hijo este espectacular avance de nuestro PIB?

Sería un experimento interesante —además de un ejercicio democrático muy saludable— preguntarle a la ciudadanía si está de acuerdo con el método empleado por nuestros gobernantes para alcanzar los porcentajes que se nos exigen. ¿Cuántos estarían de acuerdo en convertir nuestro país en la Marina D’or alemana si así reducimos el volumen de nuestra deuda? ¿Cuántos preferirían apostar —lo cual siempre conlleva un riesgo— por la educación y el desarrollo de nuestras empresas para, en un futuro, aspirar a ser un país influyente y con capacidad para ofrecer trabajo de calidad a sus ciudadanos? Si bien es cierto que vendría a dar lo mismo ya que en España los referéndums no son vinculantes, yo tengo curiosidad por saber qué opina mi país.

Pero la gran sorpresa de esta noticia viene ahora porque, según el escritor del anuncio, la mayoría de las llamadas que ha recibido proponiendo un puesto de trabajo obviaban “el tema económico”. Después de todo, resulta que la gente buena que aún pulula por el mundo —poca— se interesa por el parado y no por los dineros. Por la persona y no por el bolsillo. Yo no sé si elegiríamos ser un país de camareros o nos lanzaríamos al vacío. No sé si elegiríamos la peste o el cólera. Pero lo que parece seguro es que ya hace mucho tiempo que elegimos no perder nuestra humanidad. Y eso sí que vale más de 5.000 euros.




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