martes, 8 de diciembre de 2015

Round 2 con Soraya presente

Fuente: El País
Con Mariano Rajoy viendo el encuentro con su familia –a pesar de que aseguró que no podía asistir por problemas de agenda–, la número dos, que se ha tragado tantos marrones durante estos cuatro años, Soraya Sáenz de Santamaría, se enfrentó anoche al resto de presidenciables en un debate que fue líder absoluto de audiencia. ¿Estuvieron a la altura de lo que debería ser un debate electoral?



Pedro Sánchez
El candidato socialista mejoró con respecto al debate que organizó El País. Entre otras cosas, porque había mucho en lo que mejorar. Sánchez consiguió alejarse de la imagen de guapobot que no suelta el atril y se mostró activo, consiguiendo atacar a los partidos emergentes. Con los ataques al PP no tuvo tanto éxito, puesto que su trillado discurso de "el PSOE lo ha hecho muy bien y los corruptos del PP lo han hecho muy mal" no consigue convencer a nadie.

Por otro lado, y aunque consigue atacar a su verdadero enemigo que es Rivera, el uso de Venezuela y Grecia contra Pablo Iglesias es la peor estrategia que podía elegir. No funcionó porque son dos países que vemos lejanos y porque llevamos meses escuchando el mismo discurso y no va a funcionar a dos semanas de las elecciones.

Sánchez es el líder del segundo partido más importante de España, de ese partido que ha tenido cuatro años para situarse frente al PP. Y aún así no consigue mostrarse como el verdadero líder de la oposición que podría ser.

Nota: 7



Albert Rivera
La actitud propositiva del líder de Ciudadanos y su amplia experiencia debatiendo le sigue beneficiando. Además, su uso de gráficos sencillos de entender y sus constantes apelaciones a la "estabilidad" le muestran como un hombre eficiente y situado en el centro del espectro político, ese espacio en el que se ganará el día 20 de diciembre. El papel de nuevo Adolfo Suárez que Rivera quiere jugar le queda un poco grande, pero aspira a llegar hablando sobre la "Nueva Transición" y recogiendo el consenso que genera el rechazo a la violencia machista en los cuatro partidos.

Pero los nervios son perjudiciales, verdad ¿Albert? El candidato naranja se mostró nervioso, trabándose en alguna ocasión. Podemos imaginar que si las encuestas te colocan por delante del Partido Socialista e, incluso, empatado con el PP, la responsabilidad debe de subirte la tensión. Sin embargo, eso no debe transmitirse en un debate.

A Rivera se le nota cómodo con Soraya y eso le perjudica mucho. Deberá esforzarse en la campaña por alejarse de los populares si aspira a que los que apoyaron a Rajoy en 2011 voten naranja en 2015.

Nota: 8



Pablo Iglesias
Iglesias sigue fuerte. Se ha creído su slogan de "llega la remontada" –¿se cumplirá?– y se ve viviendo en La Moncloa. Esa actitud es necesaria en un candidato a Presidente del Gobierno, pero el candidato podemita consigue atenuarla para que no aparezca su lado dictatorial que tanto deben de temer sus asesores. Además, vuelve a hablar de "la gente" y de "las plazas", como en los orígenes de Podemos y a criticar fuertemente las puertas giratorias y la corrupción.

Pero en este debate faltó la ironía y los zascas –como los llama Ana Pastor– que suelen dar a Pablo Iglesias ese plus con el que se lleva la victoria. Pablo fue eficiente y lo hizo bien, pero no fue Pablo. Por intentar no tener fallos, evitó tener aciertos.

Nota: 7,5



Soraya Sáenz de Santamaría
Como en el debate de El País, el perdedor de este encuentro fue Mariano Rajoy. ¿Cómo va a quitarse las salpicaduras de corrupción que manchan su traje si no está en la batalla? ¿Cómo va a mostrarse como candidato sin enfrentarse a los otros candidatos? No acudir a este debate ha sido una estrategia cobarde. Cobarde pero efectiva, por desgracia. 

Soraya no desentonó en el encuentro como habría hecho Rajoy. Supo no interrumpir y mostrarse firme contra la corrupción y los recortes que ha llevado a cabo su Gobierno. Su momento estelar fue en la lucha contra la violencia machista, una faceta enterrada en el Partido Popular.

Pero la Vicepresidenta del Gobierno cometió un error capital que ya parecía superado y que, por el bien de su partido, más vale que no se les cuele en la campaña electoral: la herencia recibida. La cantinela de la herencia recibida que hemos tenido que aguantar durante cuatro años no ha servido para justificar los actos de esta legislatura y mucho menos servirá para ganar unas elecciones que miran al futuro y no al pasado.


Nota: 7,5


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