viernes, 11 de diciembre de 2015

Todos contra Sánchez

  • El PSOE, en peligro de extinción
periodistadigital.com

Guerra. Esa es la palabra que mejor describe la campaña electoral en estos momentos. Guerra contra el que, aparentemente, es el rival más débil: el PSOE de Pedro Sánchez. Sus malas actuaciones en los dos últimos debates (el de El País y el de Atresmedia) han abierto la puerta al resto de partidos para intentar eliminar a los socialistas de una vez por todas.

Por un lado tenemos a Podemos. El partido morado casi ha acabado con Izquierda Unida, que incluso ha tenido que cambiar su nombre para esquivar los resultados penosos que obtuvo en las elecciones autonómicas, en las municipales y en las catalanas. 

Ahora su objetivo es el PSOE. Los podemitas atacan sin piedad por el flanco izquierdo, el que en estos momentos está más débil por la posición moderada de Sánchez. Sus patinazos centroderechistas, como insinuar que no derogaría toda la reforma laboral, y su incapacidad para distanciarse del Partido Popular han propiciado una huida hacia el partido de Pablo Iglesias.

Por el flanco derecho tenemos a Ciudadanos, el partido que es, según las últimas encuestas, el más cercano al centro ideológico, al lugar donde se ganan las elecciones en España. Su líder, Albert Rivera, es el mejor valorado y sus pactos con el PSOE en Andalucía le dan una imagen de socialdemócrata europeo que compite directamente con la de Pedro Sánchez.

Por último, el PP sabe que no obtendrá muchos votos de las filas exsocialistas, pero la tentación de debilitar a su rival más fuerte es muy grande. Divide y vencerás. Porque mientras la oposición a Mariano Rajoy se esté peleando, el Presidente del Gobierno se hace más fuerte. Esta es la única explicación posible a que, según la Cadena SER, los populares diesen como ganador del último debate a Pablo Iglesias –siempre en privado, por supuesto–.


Sánchez está notando la presión, lo demostró desgañitándose en este mitin mientras exponía, otra vez, los logros de los anteriores gobiernos socialistas. ¿Cómo no se da cuenta de que ese es precisamente el problema? Los votantes no miran al pasado, miran al futuro. Buscan candidatos carismáticos que les expongan propuestas que mejorarán sus vidas, no historiadores que les recuerden épocas mejores. El voto se consigue con ilusión, no con melancolía.

¿Cuál es la solución para el Partido Socialista? ¿Cómo puede darle la vuelta a esta situación? La realidad es que lo tiene muy difícil a nueve días de las elecciones. Si otros partidos con mejor imagen y sin errores en su pasado ocupan la izquierda y el centro, ¿qué espacio le queda al PSOE? 


Puede que la causa se sitúe en las primarias del partido. Aquellas que ganó Pedro Sánchez por, entre otras razones, ser el único candidato que se negaba a la celebración de un referéndum soberanista en Cataluña. Si un candidato de izquierdas hubiese tomado el control del partido, sus militantes de centro se habrían escapado, pero habrían conseguido mantener a aquellos verdaderos izquierdistas que votaron con ilusión a Felipe González en el pasado. Podemos sería un partido minoritario o incluso ni existiría. Pero no podemos cambiar la historia. Las elecciones están a punto de celebrarse y el PSOE tendrá que pagar por sus errores.

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